PODER POPULAR: Una andaduria colectiva de ayer, hoy y siempre!

por Comité Editorial

Somos parte de las andadurías y experiencias de las militancias rojo y negro, las cuales reflejan las praxis vividas por mujeres y hombres. Esas prácticas vividas se manifiestan en un quehacer político que, inevitablemente, enfrenta contradicciones.

Hoy al mirar con perspectiva histórica la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, sus tesis referidas al Poder Popular y su heroica lucha contra la tiranía, no podemos dejar de sentir orgullo por nuestro pueblo, por sus luchas, su organización y su gran capacidad revolucionaria.

Si bien somos críticos a idearios vanguardistas vacíos y carentes de realidad, también somos conscientes que vivimos en un contexto que dificulta tener claridades tácticas en torno a la unidad y a cómo combatir el capitalismo. Sabemos eso sí, que sin el pueblo organizado de nuestro lado, es imposible barrer con ello. Nuestra apuesta, al igual que antaño, pasa por asumir como tarea central construir Fuerza Social Revolucionaria. Con nuevas fórmulas seguimos buscando un equilibrio entre una perspectiva teórica y una praxis militante anclada en la cotidianidad de la clase trabajadora y las capas populares.

Como organización, entendemos el Poder Popular desde dos miradas. La primera, asume una PERSPECTIVA ESTRATÉGICA, que implica comprender que el Poder Popular -en tanto manifestación política de la clase trabajadora- se expresa de forma innata en contra del poder dominante, es decir, es un constructo antagónico a toda la estructura de la burguesía, que por supuesto incluye el Estado y su democracia.

Por otro lado, entendemos que el poder es un complejo dialéctico que va más allá del Estado y el mercado al servicio de la burguesía, y está presente en todo el entramado de la estructura y orden social, es decir en todas nuestras relaciones sociales, basadas en opresión/sumisión, que se reproducen al alero del capitalismo. Por lo tanto hay que construir un poder que se oponga al capital y su aparataje material y subjetivo, productivo y reproductivo. Y ahí pasamos a una segunda mirada, que complejiza pero no contradice la mirada anterior: el Poder Popular como una CONSTRUCCIÓN TÁCTICA.

Este plano de construcción táctica persigue objetivos fundamentales para la organización política y la práctica militante, ya que debemos ser capaces de instalar al Poder Popular como un objetivo y herramienta deseado por el pueblo trabajador. Nos referimos al Poder Popular en su forma concreta, como algo palpable y cotidiano, es decir, como un ejercicio de vida que seduce. ¿Por qué? Porque el capital tiene copado todos los espacios de vida, por lo que nuestra tarea subversiva nos debe desplegar en esta extensión, junto a las luchas por mejores condiciones materiales y a la disputa subjetiva del sentido común. Frente a este desafío, lo simbólico y lo onírico, por supuesto entre otros elementos, son -a nuestro entender- herramientas que nos pueden permitir avanzar en el desafío diario de hacernos pueblo revolucionario.

Trabajadores portan un lienzo con la consigna «Cada trabajador un combatiente», durante una manifestación del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR) del MIR. Original de enero de 1973. Archivo digital de Londres38 <en línea> Colección Punto Final. Restaurada, colorizada.

Nuestra lectura considera que el adecuado equilibrio (con pertinencia territorial e histórica) entre teoría y práctica; luchas materiales y simbólicas; y elementos de disputa en el plano de lo subjetivo, fue la que logró incorporar el MIR a través de su flexibilidad táctica. Su militancia pasó de ser “los jóvenes pistoleros” de los 60, a hacerse pueblo a través de la política de los Frentes de Masas en los 70, operando una lúcida lectura leninista, sobre la dualidad del poder.

Dentro de los frentes intermedios del MIR, destaca entre otros, el Movimiento de Pobladores Revolucionarios (MPR) donde el nivel de conciencia de las y los pobladores les permitía comprender que el derecho a la vivienda no era sinónimo de propiedad privada. Por tanto, el imaginario en torno a la vida en comunidad en esos territorios populares, estaban sostenidos en claves del ideario socialista, el cual se reflejaba en las prácticas de Poder Popular impulsadas por ejemplo, en los campamentos Nueva Habana, La Bandera o Lenin, por nombrar algunos.

Por otra parte, el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR), desarrolló experiencias de Poder Popular con el control de fábricas a través de los cordones industriales y sus entramados orgánicos, y el Movimiento de Campesinos Revolucionarios (MCR) con las corridas de cerco y su apuesta por la administración de las tierras bajo la consigna “Tierra, trabajo y socialismo”.

Las luchas contra la dictadura y, en particular en la década de los 80, en las jornadas de protestas y en las campañas de propaganda armada de las milicias en las poblaciones, se desarrollaron experiencias embrionarias de Poder Popular en lo que algunos denominaron como “copamientos” o “territorios liberados”. En esos momentos, cuando se desplegaba la lucha miliciana en las protestas, se vivió un paréntesis en la vida de las y los pobladores, pues se organizaban en las ollas comunes, pichangas en la calle, murales, actividades infantiles y otras expresiones de organización, al cuidado de la barricada sostenida por el compromiso militante de las y los combatientes populares.

Milicianos de las Milicias de la Resistencia Popular MRP despliegan un lienzo con la leyenda “Con el paro, a crear milicias”, invitando a los pobladores de Villla Francia a sumarse al Paro y a la lucha frontal contra la tiranía. Fotografía de Pepe Durán (1986), retocada.

Posteriormente, tras la traición y la salida pactada de la dictadura, nuestro país cayó en el letargo neoliberal, aplastado ahora por una democracia tutelada y policial. De los años 90 en adelante, si bien se desarrollaron diversas experiencias de lucha, estas no lograron constituirse en Poder Popular, su lógica y épica como se venía desarrollando, desaparecieron.

Es por ello que, el Poder Popular se debe erigir como FUTURO posible y deseado, como ese momento en nuestras vidas que aún no existe, pero que hay que proyectar y construir desde hoy, en nuestra formación y quehacer político. Es el desafío de la REINSTALACIÓN DEL PODER POPULAR como objetivo posible y realista, el cual no puede ir desapegado de la estética, la identidad, las canciones, el placer, el goce, de la vida humana en su totalidad y debe hacerle sentido al conjunto del pueblo trabajador.

Un campesino y su compañera leen “El Rebelde” en el Asentamiento El Moncul, Chiloé Fotografía Raymond Depardon (1971). Original grises restaurada y retocada.

Este desafío, que se proyecta como un futuro en el presente, no tiene un camino único de vivir y, por tanto, tampoco de construir. Comprendemos que las expresiones de una fuerza social y política con espíritu emancipatorio, puede contener diversas manifestaciones, pero seguimos reflexionando en el ámbito de los deseos, ya que sin la unidad de la izquierda anticapitalista y sin una Fuerza Social concreta, es imposible avanzar. Hoy el desafío es levantar en conjunto un programa mínimo que permita trazar caminos hacia la superación del capitalismo acogiendo distintas expresiones de luchas. En otras épocas fue el MIR esa organización capaz de impulsar las luchas y sueños populares, hoy debemos -con humildad y tenaz compromiso revolucionario- construir la unidad necesaria que permita levantar un proyecto político revolucionario que encante y haga desear a las mayorías trabajadoras, militar, organizarse y aportar a la tarea urgente de imaginar y construir una sociedad sin clases sociales, sin opresiones, donde la humanidad y el planeta entero pueda ser libre de explotación.

¡¡Luchar, crear, Poder Popular!!

  1.  “¡A Desarrollar Y Fortalecer El Poder Popular!” Discurso Miguel Enriquez Teatro Caupolicán, enero 1973 ↩︎