En el corazón de la resistencia: mujeres y violencia política en dictadura

Barricadas en una toma de terreno, Puente Alto Kena Lorenzini 1984

Equipo Feminismo Clasista

Si en la historia oficial del auge del movimiento popular y la resistencia a la dictadura el MIR, es relegado a la marginalidad -eclipsado por figuras como Allende y el triunfo de la Unidad Popular- las mujeres y su participación en la lucha armada, están escondidas en el rincón más recóndito de la memoria.
Reflexionar en torno a los por qué, se vuelve necesario, donde el uso de la violencia política de masas para la transformación social, no es parte del sentido común, es impensada la posibilidad de la vía armada al socialismo.
Desde el feminismo hegemónico, la violencia se presenta como un ejercicio patriarcal del que las mujeres se deben alejar y construir nuevas estrategias, nuevas formas de liderazgo político y organización. Cuestión que no ha sido abiertamente debatida por el movimiento feminista, más que para catalogar -peyorativamente- la “vieja usanza” patriarcal.
Independiente de esa postura, desde el feminismo se promueve la memoria como un ejercicio necesario y de primer orden, para problematizar las desigualdades que han vivido las mujeres a lo largo de la historia, para reivindicar las luchas de las que vinieron antes y dar cuenta que el movimiento feminista tienen una historicidad y un entramado que involucra generaciones de mujeres en pie de resistencia. En este sentido, independiente de la incompatibilidad aparente del feminismo y la lucha armada, es necesario problematizar desde el feminismo de clase, sobre el rol de las mujeres en el corazón de la resistencia.

En este sentido, ¿Por qué se vuelve relevante hablar sobre el aparente divorcio entre feminismo e izquierda revolucionaria?

La “incompatibilidad” de la tradición rojo y negro, con el movimiento feminista no se presenta como una tensión reciente, mucho menos accidental. Esta permite dar cuenta de las profundas contradicciones y divergencias al interior del movimiento feminista, porque como tal, contiene una heterogeneidad de posiciones políticas, muchas de ellas diametralmente opuestas.
El MIR no estuvo exento a la tensión de la lucha de clases y el movimiento de mujeres, señalándole por relegar la “cuestión de la mujer” a una problemática de segundo orden. Sin embargo, al interior del partido se realizaron pronunciamientos, que en el contexto político de la época, representaron saltos importantes para la concepción de las mujeres como sujetos políticos y militantes en primera línea de combate. No es menor, que en su declaración de principios se subrayó la dignificación de las condiciones de vida de las mujeres, proponiendo la liberación del trabajo doméstico como yugo que las ata al mundo privado. De allí se desprenden historias como las de las mujeres de la operación retorno, formadas en las escuelas de guerrilla para el pueblo latinoamericano en Cuba.
A pesar de la importancia de sus aportes, la narrativa predominante ha relegado sus historias a un segundo plano, lo que no representa un fenómeno aislado, más bien forma parte de una tendencia en la historiografía de los movimientos revolucionarios, que invisibiliza las historias de las mujeres, y centra su atención en las figuras masculinas. Mientras que cuando se enfoca en rememorar el rol de las mujeres en el periodo, lo hace desde la lucha por los derechos humanos y la sobrevivencia a la dictadura.

En esta narrativa se habla del rol de las madres, por ejemplo, en la lucha por la vida de sus hijos, y la inagotable búsqueda por la verdad y justicia de sus familiares detenidos desaparecidos. Este enfoque, aunque profundamente importante, tiende a eclipsar el papel activo que las mujeres desempeñaron en la lucha armada contra la dictadura. La narrativa predominante resalta sus esfuerzos por la justicia social y los derechos humanos en el contexto de sobrevivir a la represión, en lugar de su participación directa en la resistencia armada.

Fotografía de Ana Luisa Peñailillo Parra junto a otras mujeres en la Cárcel de La Serena. Ana Luisa Peñailillo, Militante del MIR, retornada clandestina, ejecutada política el 28 de abril de 1986. Manuel Cabieses Donoso (1980-1985)
Fotografía de Ana Luisa Peñailillo Parra junto a otras mujeres en la Cárcel de La Serena. Ana Luisa Peñailillo, Militante del MIR, retornada clandestina, ejecutada política el 28 de abril de 1986. Manuel Cabieses Donoso (1980-1985)

Sin embargo, al mirar las historias desde una perspectiva feminista, es posible dar cuenta de cómo las militantes transgredieron los mandatos de género al embarcarse en el proyecto mirista, lo que conllevó a gran parte de ellas repensar sus maternidades y pausar sus vidas familiares por el proyecto político, formarse militarmente fuera de Chile, subvirtiendo la construcción cultural de mujeres dadoras de vida, por la de mujeres que empuñan un fusil y se enfrentan en el cotidiano a la muerte.

Las memorias sobre la lucha armada –y particularmente las descentradas de narrativas heroicas–, así como las referencias específicas a las mujeres militantes y su participación y adscripción a esta violencia son escasas. Desde el feminismo de clase, se entiende que la historia dominante ha sido escrutada por su sesgo hacia los vencedores tradicionales, la cual tiende a ocultar perspectivas y perpetuar una narrativa unilateral. Narrativas en la que a las mujeres se les niega el traspaso de experiencias y la simple oportunidad de saber que hemos ocupado otros lugares en la historia.

Esta omisión no es solo una cuestión de historia, sino también una manifestación de la marginalización de la lucha de clase dentro del feminismo y de lo eclipsada que se encuentran estas historias dentro del ejercicio de memoria feminista, y con ello lo invisible de la violencia como herramienta para la transformación. Ese es el lugar que habita el feminismo de clase, una heterogeneidad en la que el capitalismo sigue pasando desapercibido como un enemigo al que atacar y en el desamparo de una izquierda que no ha sabido tomar las herramientas de las feministas marxista, para su lectura de la situación de las mujeres en el capitalismo patriarcal.
Mientras desde la vereda del feminismo de clase se continúa desafiando las estructuras patriarcales y capitalistas, es crucial reconocer y valorar el ejercicio de la memoria militante y la validación de la violencia política como herramientas de lucha en el capitalismo. La lucha anticapitalista y feminista no es contradictoria, cuando se mira desde una perspectiva de clase, porque para las mujeres populares se requiere de ambas para la emancipación de su condición de explotadas, y para ello la revolución debe volver a ser alternativa.

Acto de la AFDD. Familiares en orden de aparición de derecha a izquierda: Tania Toro, Felicia Rodríguez, Ninfa Espinoza, Elena Cofré, Violeta Morales, Irma Müller y en el micrófono a Cecilia Rodriguez. AGRUPACIÓN DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS (AFDD) (1975-1980)
Acto de la AFDD. Familiares en orden de aparición de derecha a izquierda: Tania Toro, Felicia Rodríguez, Ninfa Espinoza, Elena Cofré, Violeta Morales, Irma Müller y en el micrófono a Cecilia Rodriguez. AGRUPACIÓN DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS (AFDD) (1975-1980)