
artículo publicado el 20/09/2021 en la Revista TejeR
por UM-T Unidades Muralistas TejeR
La Concertación llega al poder por una elección democrática. Sin embargo, ya sabemos que firmó un Pacto secreto de Gobernabilidad de la Transición que garantizó la subordinación del poder militar al poder civil junto con la impunidad de militares y cómplices del genocidio en Chile, que aseguró la inmutabilidad de la institucionalidad constitucional del 80, todo en un paquete bien amarrado que incluyó senadores designados y vitalicios, generales inamovibles, un tribunal constitucional, Leyes que no se pueden derogar, y los milicos como garantes del orden. Se trató de un armado perfecto para una Democracia de Baja Intensidad donde el pueblo y sus organizaciones jamás pudieran ser protagonistas. La transición encabezada por los que quisieron, pero no pudieron (eunucos) había sido estrictamente política (no socio económica). Quedaba la Constitución y un diseño institucional que tenía en sus objetivos la construcción de una sociedad despolitizada y un campo político tecnificado, elitizado, y con muchas trabas para tratar cuestiones estructurales que pudieran mermar la obra gruesa del modelo heredado (Muñoz-Tamayo,2019).
Cooptación+ Clientelismo = Repliegue + Claudicación. La Transición y su proyecto político.
Una de las herencias de la Dictadura fueron los millones de pobres, un Estado en proceso de desarme por privatizaciones de las empresas estratégicas del Estado, y sobre todo la adopción de estrategias neoliberales para administrar la pobreza, que había dejado ser un problema del Capitalismo para pasar a ser un problema “estructural” de imposible solución. Cuando se esperaba que el cambio político cambiara el orden social y económico, los dueños del poder y la riqueza establecen un acuerdo para consolidar sus privilegios, despreciando el protagonismo popular como fuerza transformadora; el vaciamiento en la vida social de toda política -un descafeinamiento ideológico- significó que miles de militantes provenientes de organizaciones políticas y organizaciones populares se “fueran pa’ la casa”, alterando los sentidos de las conflictividades sociales, pues ya no había un enemigo común, el tirano, y el socialismo estaba en crisis. A ello, se suma la persecución desde el Estado de las organizaciones políticas que no accedieron al chantaje de la democracia sin violencia (política), con una política de persecución, exterminio y aniquilación. Entremedio, el pueblo consciente quedo anulado pues la política se redujo a la disputa por la administración de un ordenamiento muy difícil de transformar, en donde la técnica y el discurso de la eficiencia desplazaban los cuestionamientos y valoraciones ideológicas (Muñoz-Tamayo,2019). De la mano de MIDEPLAN, FOSIS y una serie de programas para la administración de la pobreza, la organización popular y su capacidad resolutiva y soberana como agente-activo, fue mutando a una relación beneficiaria-pasiva.
El Neoliberalismo cultural en el país de los negocios.
El neoliberalismo en su expresión más radical, a través del reordenamiento de gran parte de la economía y la política, se traduce en la destrucción violenta de los lazos sociales y en la abdicación de lo público en lo privado (Oyola-Espinoza,2011).
El vaciamiento de la política en el cotidiano, se tradujo en nuevas narrativas. Ya no éramos pueblo sino ciudadanos. Ya no había demandas de una Clase porque no había Lucha de Clases, entonces, la mayoría -ajena al poder y sus turbulencias- se relaciona con un Estado administrado por gerentes que tecnifican la política, reduciéndola a un conjunto de mecanismos de transacción entre los problemas específicos creados por el mismo Capital, y sus soluciones específicas desde el mismo Capital.
Los cambios culturales, aunque lentos, se manifiestan tarde o temprano. Chile jaguar con su novel democracia sale al mundo, y con ello, sus problemas se subordinan a la mundialización. No era extraño ver como se van instalando los discursos que hablan de diversidad, de tolerancia, de respeto, de identidades todas muy complejas de entender. Un elemento es común: el individualismo, el sálvate solo y el patógeno aspiracional de la competencia por sobre la salida colectiva y solidaria. Se trata de una silenciosa operación política de desarme valórico del pueblo pobre.
A partir de 1990, y ahora con la participación del Estado, los partidos de gobierno y sus juventudes, los municipios y sus oficinas juveniles como “aliados”, la potencialidad y fuerza convocante del muralismo callejero al interior de las poblaciones se enfrentaría a nuevos problemas: ya no había un relato común, ni un tirano y su dictadura, ni la CNI ni los pacos o ratis allanando, ya no había ollas comunes, ni subversión o revolución posible.
El nuevo relato va pintando una realidad paralela instalada desde arriba, una épica deslavada del nuevo Chile. Este Chile -agüado como una acuarela- era el escenario para los trabajos muralísticos de carácter popular y colectivo, a contrapelo del sentido común. Este nuevo Chile, con presos políticos y derrota del proyecto político-militar de las organizaciones de la izquierda revolucionaria, era diverso y tolerante: a los ya existentes grupos muralistas se suman otros nuevos que “pueden expresar sus inquietudes”.
Y bueno, los nuevos tiempos no fueron ajenas a las organizaciones, brigadas y pintores muralistas. En palabras de Oyola-Espinoza (2011) “los colectivos muralistas optan por una resignificación de sus demandas y formas de agrupación. Por un lado, se individualizan sus propósitos para pintar que surgen de problemáticas tangibles y acotadas -lo concreto-, y se componen a través de los lazos sociales micro y locales, por sobre los políticos -lo absracto-“. Un buen ejemplo fue el viraje de la Brigada Ramona Parra, la que “reagrupa a sus miembros a través de la significación social, es decir, a través de la cercanía de los problemas entre pares. Así, las mujeres de la Pintana se vincularán por las experiencias vividas de Violencia intra-familiar”. Ya no se pinta lo que el Partido define -la política del periodo o la coyuntura-, sino que aquello que se conversa y emerge como importante en la sociedad. Al mismo tiempo, se pierde la compartimentación y la seguridad, pudiendo pintar cualquiera incluso aquellos de otros partidos.
Represión versus el camino propio.
El colapso de los socialismos reales europeos, la crisis de los socialismos periféricos como Cuba, era la música incidental para que las críticas a las izquierdas tradicionales dieran paso a corrientes alternativas que desde la problematización de la cuestión de “el poder” planteara la posibilidad de inventarse una tercera via. De hecho, movimientos populares latinoamericanos como el PT, el MST y los zapatistas, plantean la posibilidad de una autonomía basada en una multitud de movimientos sociales y políticos que impulsaran la democracia participativa, el empoderamiento de los actores sociales, junto con la crítica al vanguardismo y el dogmatismo, la verticalidad en la toma de decisiones, la relación enajenada entre organización política y organización social (Testa,2011)
La prohibición del Gobierno de pintar en la ruta del traslado de los restos del Presidente-mártir Salvador Allende desde Valparaíso a Santiago, es el hito que marco el fin de la “luna de miel” de la Coordinadora Metropolitana de Talleres y Brigadas Muralistas (CMTBM) con los nuevos Administradores del poder. En palabras de Mico: “De ahí para adelante comenzó el «ninguneo». Jamás hubo un proyecto Fondart para los murales. Si bien se dieron algunos permisos, se empezaron a generar otro tipo de dificultades, desde pedirte el diseño antes hasta el permiso escrito de los vecinos, y todo, con por lo menos una semana de anticipación. Había mil maneras de decirte que no” (Morales-Yévenes,2011).
Rolando Millante “el Rola” expresa el estado de ánimo de las ultimas organizaciones muralistas de la CMTBM en 1992: “(la Concertación) fue cooptando a las organizaciones de base, hasta que quedaron en nada. En lo Hermida, en La Victoria, Recoleta, Cerro Navia, Maipú, había varias organizaciones, porque justamente la lucha contra la dictadura era que todos estaban organizados, por ejemplo, juntas de vecinos, clubes deportivos, estaban aportando al cuento. Cuando hacían actos por los derechos humanos nos invitaban, entonces había pega todos los fin de semana, a veces en la semana, en todos lados, centros culturales, iban de todos lados, las brigadas que quisieran, y eso la Concertación lo fue de a poco cooptando, el movimiento se fue de a poco decayendo, a la gente le dieron pega en la municipalidad, etc.” (Morales-Yévenes,2011).
Los nuevos tiempos institucionalizaron la practica popular para controlarla. Ahora para tener permisos y apoyo, había que tener Personalidad Jurídica. Por otra parte, las ONG’s y la solidaridad internacional dejaron de aportar ingresos para el apoyo de los Talleres y brigadas mas pequeñas, mayormente territorializadas en poblaciones pobres del Gran Santiago. Con la llegada de la democracia, la solidaridad internacional se volcó a Nicaragua, Perú y El Salvador. Como si lo anterior no fuera sufiente, la contra-insurgencia contra las organizaciones políticas revolucionarias que no se compraron el cuento que “la alegría ya viene”, obligó a muchas brigadas a resguardar las medidas de seguridad interna, a clandestinizarse o semi-clandestinizarse par apoyar las acciones de propaganda del FPMR-A, del MJL-FPRL, y del MIR-CM y EGP-PL.
Nace el Coordinador Artístico Popular Autónomo.
Ya había desaparecido la (CMTBM). En esta tensión entre los “tentáculos de la institucionalidad” y la posibilidad “del camino propio en las márgenes del poder”, y entre 1993 y 1994 surge un nuevo intento de coordinar el trabajo de brigadas y talleres muralistas a nivel metropolitano, sin sujeción ni relación con el Estado y el Gobierno, es decir, autónomo.
No está claro como nace, quien lo bautiza. Incluso no existe certeza de su nombre; en algunos documentos se llama “Coordinador Artístico Popular Autónomo”, mientras que en otros se le denomina “Coordinador de Arte Popular Colectivo Autónomo”.
Al menos, hay indicios que explicarían las motivaciones de su creación. Nuevamente, y al igual que en la Dictadura de Perrochet es una inquietud que nace de los mismos muralistas populares, que ven la necesidad de articular el trabajo (con anclaje territorial) de las brigadas existentes, y de paso, mejorar la producción estética con el intercambio de conocimiento en técnicas nuevas. Junto a lo anterior, y ante la necesidad de ir “un poco más allá de la población emergen las ideas de construir sectores de murales en las poblaciones -es decir muchos murales concentrados en un espacio reducido de manzanas y cuadras-, relevar la memoria histórica del mural como expresión popular, y rescatar y restaurar lo realizado en otros periodos” (Belange,1995).
Un papel clave fue el jugado por Antonio “pelao Cadima” o “Toño Kadima” y el “Taller Sol», que desde 1967 y con las pausas obligadas de cárcel y relegación en Dictadura, levanta un espacio alternativo de formación y encuentro para el muralismo popular. El “Taller Sol» aún existe, y después de haber funcionado en Av. Matta y Plaza Brasil, hace unos diez años funciona en el Barrio Yungay. El toño Kadima sigue vigente y es el responsable de una larga lista de talleres, brigadas y eventos artísticos populares, y continúa pintando con K- La Brigada.
Fueron muchas los encuentros del Coordinador. Uno de los primeros fue el de 1994 en Avenida Las Industrias en la Población «La Legua», de Santiago. El mismo año y para el 29 y 30 de octubre en el marco del aniversario de “la toma” los muralistas de la Población «La Victoria» de Pedro Aguirre Cerda organizan el siguiente encuentro. El mismo día se pintan murales en el Bosque específicamente en Los Morros.
A fines de 1994 y comienzos de 1995, en las distintas zonas de Santiago, se observa un aumento de la actividad muralista popular. Un caso emblemático es el caso de la Villa Francia que desde 1986 conmemora el asesinato de Eduardo y Rafael Vergara Toledo, caídos en 1985 durante la primera conmemoración del Dia del Joven Combatiente en honor a Mauricio Maigret. Ese año, es la primera conmemoración que se hace fuera de la Villa, en La Bandera (San Ramon) y La Victoria (PAC). Diversas fechas con una fuerte carga de memoria popular, como el 5 de Noviembre y el 11 de Septiembre, se transforman en encuentros seguros que van configurando una suerte de “ritual muralista” en las poblaciones pobres y periféricas, donde a pesar de los golpes represivos, los relatos de la subversión callejera se mantienen: en «La Legua», «Santa Adriana», “La Pincoya”, “Nueva Habana”, “Los Copihues”, Lo Valledor Sur, J.A. Rios, Huamachuco 1 y 2, El Bosque.
En julio de 1995 en la población «El Pinar» de la comuna de San Joaquín, el Proyecto muralístico colectivo «El Pinar se llena de colores», convoco a numerosas brigadas y colectivos muralistas.
Hay que mencionar la existencia de numerosos grupos y brigadas muralistas, de cierta antigüedad, y otros de formación más reciente. El carácter de estos grupos varía: hay brigadas socio-políticas, ecológicas, de salud, anti-drogadicción, etc, como la Brigada «Norma Vergara», Grupo Acción Social «Daniel Vargas», «Brigada muralista los KTT», Brigada «Chapa», «Brigada Carlos Lorca», «Brigada muralista Trole», «Brigada Las Compañías», Agrupación de Arte y Cultura «Chasquis», Brigadas Arte Colectivo Autónomo Grupo Trash Punk de San Joaquín «Suburbano». Estos eventos muralistas, a veces, son verdaderas fiestas populares, en que participan las «murgas» y batucadas, o grupos musicales, de baile y de teatro callejero
Referencias
Muñoz-Tamayo, V. y Durán-Migliardi, C. Los jóvenes, la política y los movimientos estudiantiles en el Chile reciente. Ciclos sociopolíticos entre 1967 y 2017. Revista Izquierdas (Santiago) no.45 Santiago feb. 2019, http://dx.doi.org/10.4067/S0718-50492019000100129.
Testa-Ferreira, H. Sobre el Autonomismo y la SurDA en Chile- El Quinto poder. En línea: https://www.elquintopoder.cl/politica/sobre-el-autonomismo-y-la-surda-en-chile/. 16 de diciembre de 2011.
Morales-Yévenes, P. Todos los colores contra el gris: experiencias muralistas bajo la hegemonía militar. Espacios ganados y en tránsito hacia el nuevo orden democrático (1983-1992). Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia. UAHC. Santiago, Chile. 2011.
Oyola-Espinoza, K. y Villablanca-Canales,I. El arte muralista como instrumento político: sus influencias, objetivos y transformaciones coyunturales en Chile (1960-2000). Rev. F@ro Nro. 14. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha. Valparaíso, Chile. 2011. En línea: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4159597.pdf.