A revolver la educación neoliberal: tejer organización y construir movilización estudiantil.

por Colectivo Mochila Roja

Se vuelve tragicómica la forma en la que el gobierno se hace de una supuesta representación estudiantil histórica, mostrándose a la opinión pública como figuras “maduras” y “renovadas”, mientas la prensa burguesa hace gárgaras criminalizando la movilización estudiantil, al tiempo que persiste en la infantilización de los roles que históricamente las y los estudiantes han jugado en la conquista por una educación al servicio de las grandes mayorías.

Es a partir de esta premisa, que se anunció con bombos y platillos el aumento de algunos puntos porcentuales en el presupuesto para este año 2024. Pese a esta supuesta consideración por parte del gobierno con la educación de nuestro país, se evidencia al poco tiempo de comenzar un nuevo año académico como las y los estudiantes regresan a centros educativos cada vez más precarizados, en términos de mala e inadecuada infraestructura, una profunda crisis del conocimiento, persecución dentro de sus establecimientos y precarización del trabajo docente, por mencionar algunas problemáticas patentes.

Año a año hemos sido testigos de cómo se cristaliza el mercado dentro de nuestro sistema educativo, en un constante detrimento de nuestra condición de estudiantes. Las recetas neoliberales de subsidio a la demanda y la cada vez más estrecha relación entre el Estado e instituciones educativas privadas han ido generando un negocio robusto para sus sociedades, a costa de la precarización del proceso educativo buscando a partir de esto, generar mayores márgenes de ganancias.

Aumentando matrículas de forma antojadiza, sin importar la escasa oferta laboral de un mercado del trabajo cada vez más retraído y sin mayores proyecciones a las necesidades del Chile actual. Pese a esto, a través del gremio educativo G9, se presentan disconformes con los recursos, acusando que incluso con la entrada en vigor de los aranceles regulados, se volvería compleja la sostenibilidad de la gratuidad como mecanismo de financiamiento de la educación superior.

Por su parte, la organización estudiantil no ha logrado posicionar sus demandas a un nivel programático, quedando estas en pequeños cambios o demandas aisladas sin un mayor trasfondo táctico-estratégico de hacia dónde avanzar como sector. Sin ir más lejos la implementación de la beca de gratuidad pareciera haber sido un analgésico importante para el movimiento estudiantil. Con posterioridad, las demandas asociadas al financiamiento de la educación superior fueron siendo desplazadas en su mayoría por una agenda asociada a problemáticas de género, salud mental, alimentación -principalmente el aumento del monto asignado mediante la beca BAES-. Estas demandas, tienen como denominador común el no dilucidar las contradicciones fundamentales de un modelo educativo mercantil, donde no se logra ni busca superar la figura subsidiaria del Estado ni tampoco atacar la propiedad de las instituciones educativas. Muy por el contrario, al ser discursos en su mayoría de corte académico, se vuelven demandas cooptables, que las instituciones responden con mesas de trabajo y comisiones las que en ni en el corto ni largo plazo logran superar las problemáticas evidenciadas por el estamento estudiantil.

De esta forma, las instituciones han ido avanzando en desmovilizar a las bases estudiantiles, entorpeciendo procesos de movilización y dilatando la construcción de salidas concretas en el tiempo. Esto, sin lugar a dudas repercute en el cómo las y los estudiantes que se integran a la educación superior comprenden y desarrollas sus procesos organizativos, además, producto de la cada vez mayor particularización de las problemáticas diagnosticadas no se logra dar con los elementos estructurales que sostienen el actual modelo educativo, lo que genera en su mayoría, que cada institución dispute a la interna sin una mayor capacidad de vincular estas a un escenario nacional.

Sin lugar a dudas el actual escenario de crisis global repercute en las economías del sur, y esto amenaza de forma directa las arcas fiscales de países periféricos, quienes en su mayoría emplean roles de economías primarias dentro de la división internacional del trabajo, viéndose expuestos de forma importante a los vaivenes del mercado mundial.

En esta línea es que la discusión en torno a cómo se financia la educación superior en Chile vuelve a tomar preponderancia, para lo cual se torna fundamental los esfuerzos que las y los estudiantes organizados puedan ir generando no solo para develar las contradicciones del actual modelo educativo, sino que también avanzar en la disputa por la propiedad de las instituciones educativas y la superación del carácter subsidiario del Estado.