
por Comité Editorial Revista Horizonte
Las cifras que maneja el Estado sobre la vivienda no dejan de impresionar. Según el Catastro de Campamentos 2024, el número de asentamientos irregulares en Chile llega hoy a los 1.432, 630 más que hace solo 5 años. Por su parte, otra herramienta estatal (CASEN) nos dice que en prácticamente los últimos 20 años -1996 al 2017- el déficit habitacional se mantuvo estable en 470 mil unidades por año. Otro dato importante, pero menos mencionado porque podría aproximar los cuestionamientos a la dimensión de la propiedad y el negocio habitacional, es que de las 6.499.355 viviendas catastradas en todo el país el 2017, el 11% se encontraba desocupada, es decir, más de 700 mil estaba sin uso y destinada a la venta, arriendo o simplemente abandonada. Más de 200 mil de las que se requerían. Acá comienzan a surgir un sinfín de preguntas en torno a la propiedad, el mercado inmobiliario y la burguesía que acumula con esta necesidad básica; también surgen preguntas sobre las políticas habitacionales de los últimos 50 años; y sobre los antiguos y nuevos pobladores que demandan viviendas; entre otras preguntas que de seguro se irán presentando en el camino e iremos abordando en futuras publicaciones.
Para comenzar y acercarnos a estos temas, hemos reeditado el texto “A 50 años. Memoriar para mejorar la lucha de las y los sin casa”, escrito por dirigentas del Comité de Lucha por la Vivienda La Jaime y de la Coordinadora por el Terreno Aldeas S.O.S.. Este escrito fue publicado por primera vez en Revista La Estaca N°31 (año 6/2023).
Enmarcado en la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, el documento nos aproxima a la historia de la política habitacional y de vivienda en Chile, y nos invita a reflexionar como parte de una historia, de la que vivimos su presente.

Si bien se reconocen ciertas medidas técnicas y democráticas adoptadas durante el gobierno de la UP, nos deja el desafío histórico de reflexionar sobre la propuesta del frente de pobladores del MIR: el Movimiento de Pobladores Revolucionarios. En esos años, el MIR y por consecuencia el MPR, tuvieron la claridad política para reconocer que llegar al gobierno no significó tomar el poder. Así, este organismo político y corriente de opinión según “El Rebelde”, propuso una serie de objetivos y métodos de lucha para combatir a la burguesía de la construcción y a los burócratas de la UP que, conscientes o no, le hacían el juego a la patronal. Estas experiencias por si solas y en conjunto enfocarán nuestra atención en el futuro. No se reducen a medidas o demandas concretas, sino que sobre todo pueden nutrir nuestro quehacer hoy, desde sus claridades políticas y los procesos de construcción de poder popular que llevaron a cabo y que, sin ir más lejos, fueron capaces de poner en tensión la institucionalidad de la Unidad Popular.
Les invitamos a leer, reflexionar, cuestionar, y a seguir fortaleciendo la memoria popular.
A 50 AÑOS. MEMORIAR PARA MEJORAR LA LUCHA DE LAS Y LOS SIN CASA
Por Camila Araya y Romina Quiroz, militantes de TejeR-ConstruIR
Un breve paso por la historia…
Memoriar como un ejercicio militante y como una práctica política se hace imprescindible en nuestros días, donde el fascismo y la extrema derecha avanzan con sus discursos negacionistas y despolitizadores. Es por eso, que en este texto aportamos en el recordar lo que fue el movimiento de pobladoras y pobladores, junto con las políticas habitacionales antes y durante la Unidad Popular, en el período de la dictadura cívico-militar (1973-1989) y cómo se ha transformado –en relación a las respuestas habitacionales neoliberales– desde los 90 hasta hoy, que nos lleva a plantear los desafíos de pensar y construir una política de vivienda anclada a un proyecto de transformación social, que vaya más allá de brindar la vivienda.
El siglo XX chileno, estuvo cargado de conflictos políticos, económicos, sociales y culturales, que tenían que ver por un lado con la transformación y construcción –a través de ensayo y error– de las instituciones, que permitían el nexo entre el pueblo y el Estado, tales como los partidos políticos y las instituciones que iban dando vida al sistema político; por otro lado, estaban las y los sujetos que vivían en carne propia las consecuencias de aquellos conflictos y sus respuestas institucionales. Por ejemplo, la crisis por falta de una vivienda digna fue una constante durante este siglo, producto de las oleadas migratorias desde el campo a la ciudad, donde las y los pobres de la ciudad –llamados posteriormente pobladoras y pobladores– fueron marginalizados de la normatividad institucional, es decir, no existía una política que legislara en torno a lo habitacional, hasta aproximadamente los años 50 cuando se crea la Corporación de la Vivienda (CORVI). A pesar de ello, las y los pobladores se convirtieron en un actor urbano dinámico y protagónico, sobre todo en lo que refiere a las formas de habitar la ciudad, entre fines de los 60 y el 73.
Si retrocedemos hacia los años 20, en plena crisis social, nos encontramos con que los pobres de la ciudad parten con sus demandas como arrendatarios de conventillos, formando sus propias organizaciones, y donde lo único cerca de una política habitacional era la Ley de Habitaciones Obrera N°1838, que buscaba mejorar las condiciones de vivienda de la clase trabajadora. Luego avanzan a las tomas de terrenos no planificadas y la formación de lo que se denominó poblaciones callampas, las cuales se fueron expandiendo considerablemente. De ahí que surgen las poblaciones más emblemáticas de Santiago, como por ejemplo La Victoria (1957) que es reconocida como la primera toma planificada, la cual reflejó un aprendizaje táctico junto con una claridad estratégica para avanzar en la construcción de sus viviendas; en 1961 se da origen a la población Santa Adriana; en 1967 Herminda de La Victoria.

Foto 1. Las condiciones de las viviendas de los trabajadores de la ciudad, antecedentes que fueron generando los movimientos de pobladores en los años previos a la UP. Foto: Amy Conger.
Comienza entonces una revolución urbana, que entre tomas y el programa “operación sitio”, van dando vida a distintas poblaciones emblemáticas entre 1967 y 1970. De ahí que se puede visibilizar la importancia de las y los pobladores, como quienes le dan vida y empuje al movimiento popular de aquellos años; fueron protagonistas en el proceso de reformas en los 60, donde se crea el Ministerio de Vivienda y Urbanismo por ejemplo; también apuestan a una lógica de unidad en el proyecto de Salvador Allende, sumando se a la construcción de poder popular, ya que en las mismas tomas de terreno, no sólo se ejercía la participación y la toma de decisiones colectivas para la construcción de sus viviendas, sino que además se proyectaba una lógica de poder popular en escala local.
…Llegando al Gobierno Popular. La política habitacional…
Con la victoria electoral de Salvador Allende y la Unidad Popular, el programa de Gobierno no vacilaba en poner urgencia a las demandas sociales. Sin perder de vista que esta urgencia se daba a partir de la existencia de un sujeto político-social que brindaba al Movimiento Popular un carácter protagónico en las distintas luchas sociales: en los sindicatos, en organizaciones campesinas y en las poblaciones donde brotaban altos grados de organización y conciencia de clase.
En el caso particular de las y los pobladores, sus acciones de movilización no terminaron con Allende en el poder, incluso intensificaron el ejercicio de presión sobre el Estado, para que respondiese a sus demandas, tal es el caso de la experiencia del Campamento Nueva Habana, que bajo la conducción del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), se desarrolla una política de carácter revolucionaria. La organización y sus distintos mecanismos de lucha, también abrieron la posibilidad de poder encontrar aliados en distintos partidos políticos que brindaban orientaciones en el diseño táctico y estratégico de sus luchas. Esto es resultado de un proceso histórico que se venía desarrollando desde inicio de siglo.

Por su parte, es importante reivindicar un gobierno popular, pues no es un mero eufemismo plantear que el Pueblo llega al poder, ya que esta entrada no sólo se manifiesta desde la figura de un Presidente que buscaba la revolución socialista con empanadas y vino tinto, sino que lo realmente relevante es la composición de clase de este gobierno popular, donde se reconoce a la clase trabajadora como un sujeto determinante para las transformaciones sociales que el país requería. Ejemplo de aquello, es el rol de Mireya Baltra, trabajadora suplementaria, que ocupó el cargo como Ministra del Trabajo, o Carlos Cortés, obrero y dirigente sindical, que asume como Ministro de Vivienda. Por otra parte, el programa de gobierno se caracterizó en otorgar una política que tenía como horizonte la construcción de una sociedad distinta: el socialismo.
Estas características, son importantes a la hora de analizar por qué –por ejemplo– en materia de vivienda, ningún gobierno hasta el día de hoy se ha hecho cargo del gran déficit habitacional que atraviesa nuestro país en la actualidad. La política habitacional del Gobierno de Salvador Allende, marca un hito importante en el otorgamiento del derecho a la vivienda digna para el Pueblo trabajador, ya que era considerado como parte de las Tareas Sociales, donde se priorizaba darle una solución habitacional a las familias “sin casa”; en términos económicos y financieros, se opta por una política ofensiva, que entendía que el suelo no debía estar regulado por la lógica mercantil y donde el Estado debía tener un control de los precios de la industria de la construcción, limitando las ganancias de las utilidades de las distintas empresas de este rubro. También se buscaba cierta justicia distributiva, preocupándose que los valores de los arriendos no superaran el 10% del ingreso familiar de las y los arrendatarios, y nunca se tuvo como objetivo llevar a las y los sin casas a la periferia de la ciudad, sino que, al contrario, buscaba encontrar un equilibrio entre quienes se les asignaba un lugar y quienes ya habitaban dicho espacio.

Un ejemplo de esto último es el emblemático proyecto de la Villa San Luis en Las Condes, comuna que albergaba la mayor cantidad de campamentos de Santiago, y donde las y los pobladores sabían que con la llegada de Allende se podía pensar en una solución a su demanda. El proyecto, según Miguel Lawner –arquitecto a cargo del proyecto– sostiene que “en la doctrina urbanística de ayer y de hoy, se impugna la segregación social como un fenómeno de efectos nefastos para la sociedad. La existencia de barrios altos exclusivos, separados de otros conformados como bolsones de pobrezas, es un factor instigador del resentimiento social y de la criminalidad. Esta apreciación es unánime, sin embargo, aparece como una aspiración utópica cuando se trata de hacerla efectiva. Pero el gobierno de Allende no permitió que el uso del suelo fuera regulado sólo por las leyes del mercado”1. Lamentablemente, las y los pobladores que llegaron a vivir a la Villa San Luis, fueron despojados de sus casas durante la dictadura de Pinochet.

Otra experiencia, en torno a la política habitacional de la Unidad Popular, se enmarcan en las relaciones diplomáticas y solidarias entre la Unión Soviética y Chile, para apoyar la vía chilena al socialismo, reflejado en la donación de la industria KPD, en el contexto del terremoto de 1971. “Este proyecto no solo vino a hacer frente a la gran crisis habitacional, que en 1970 alcanzaba un déficit cerca- no a 600.000 viviendas, sino que también entregó un nuevo sistema tecnológico de gran rapidez en su montaje, automatizado para la construcción de edificios en base a paneles prefabricados de concreto, sin poner en riesgo la calidad y solidez de las construcciones.
Fue así como en febrero de 1972, cuando llega el primer barco denominado “Lunacharsky”, que comienza a funcionar la industria, gracias a la dirección de profesionales rusos, quienes estuvieron a cargo de capacitar y formar a las y los trabajadores chilenos” 2. En síntesis, los objetivos de la política habitacional de la UP, enmarcados en un plan de emergencia, para brindarle solución a las y los poblado- res, estuvieron situados en la planificación de la extensión del suelo urbano, darle fin a la segregación social urbana, estimular tecnologías industrializadas y crear em- presas estatales de construcción 3.

…El Golpe de Estado, la Dictadura Cívico Militar, la Transición y nuestros días. A 50 años
El golpe de Estado de 1973 junto con sus mecanismos de tortura, desaparición forzada y asesinatos, que aplicó constan- temente la dictadura cívico militar, no solo vino a retroceder el avance en ma- teria de derechos sociales para el pueblo trabajador, sino que también contribuyó a desarticular todo intento de organización popular, el miedo era parte del día a día.
No obstante, las y los pobladores, siguieron siendo un actor relevante, el mismo día del bombardeo a La Moneda, en distintas poblaciones se organizaron grupos para defender el gobierno, grupos para recolectar insumos que permitiesen curar a los heridos, entre otros. Estas acciones de organización, defensa y solidaridad, hicieron que también fuesen territorios allanados y reprimidos durante todo el período dictatorial, pero las y los pobladores no bajaron los brazos, junto a otros actores, como la Iglesia, las distintas juventudes, las mujeres y los partidos políticos por ejemplo, fueron formando distintos instrumentos organizacionales, tales como comités de DD.HH, bolsas de cesantes, ollas comunes y comedores populares… que fueron parte de cierta resistencia a la dictadura en los sectores populares. Así entonces, las y los pobladores son considerados como un actor relevan- te y clave en la lucha contra la dictadura.
Con el proceso transicional, y la llegada de los años 90, el movimiento de pobladoras y pobladores reflejó su debilidad histórica: la falta de una proyección política, que implicara propuestas de políticas públicas propias, en un contexto donde el horizonte de una sociedad distinta, a punta de bala y muerte, se fue diluyendo, mientras que el sujeto estratégico fue totalmente debilitado. Los partidos políticos que con anterioridad tenían un trabajo territorial, se fueron a administrar el Estado y a construir una pseudo democracia de arriba hacia abajo, las poblaciones fueron abandonadas de política, dando paso abierto a la entrada de la ideología neoliberal en las subjetividades de las y los pobladores, donde además también impera el narcotráfico, se siente la derrota de no poder avanzar en la transformación social.

Actualmente la carencia de una proyección política sigue estando presente, la demanda se ancla a una necesidad individual bajo los parámetros neoliberales de la propiedad. Para quienes creemos en la necesidad de superar el capitalismo, consideramos que la tarea está en que esos anhelos individuales de nuestro pueblo del cual formamos parte, y que son tan justos y necesarios, caminen hacia un horizonte de transformación, donde la organización, la lucha y la movilización nos permitan superar la lógica asistencialista, donde muchas veces esas experiencias de lucha terminan cuando obtenemos nuestro techo, frenando el proceso de desarrollo de una conciencia de clase, y dándole un final al movimiento.
Así entonces, a 50 años del golpe, nos toca reflexionar acerca de ciertos desafíos para el actual período. En el caso de la lucha por la vivienda, las y los pobres de la ciudad debemos considerarla como una tarea democrática, que nos permita avanzar y mejorar las condiciones de la lucha de clases, camino que debe ser acompañado por la construcción de una fuerza social y política, ya que no podemos terminar siendo meros gestores de proyectos habitacionales. Hoy necesitamos la construcción de un sujeto político conductor, un proyecto que nos permita tener un horizonte, y que la composición de cualquier gobierno, ya sea reformista o progresista, sea de clase y reconozca a los sectores populares; sin estos tres elementos es imposible pensar en una política habitacional que apunte a la dignidad de las personas y que vaya más allá de la propiedad individual.
¡En la lucha por la vivienda, se construye la Fuerza del Pueblo!
1 “Huellas de resistencia. Villa San Luis, el últi- mo bastión de Allende”, pp.20-21
2 Viviendas soviéticas: el tesoro habitacional escondido de Macul”. https://revistatejer.cl/vi- viendas-sovieticas-el-tesoro-habitacional-es- condido-de-macul/“KPD. Historia social y me- moria de una fábrica soviética en Chile”.
3 UP, 50 años: Viviendas dignas, para hombres dignos”. https://www.biobiochile.cl/noticias/ opinion/tu-voz/2020/09/03/up-50-anos-vivien- das-dignas-para-hombres-dignos.shtml
Referencias bibliográficas.
Andrés Brignardello, (2021). “KPD.Historia so- cial y memoria de una fábrica soviética en Chile”. Ed.:América en movimiento.
Constanza Romero y Felipe Santibáñez, (2022). “Huellas de resistencia. Villa San Luis, el último bastión de Allende”. Ed.: Cinco Ases.
Edward Murphy, (2021). “Por un hogar digno. El derecho a la vivienda en los márgenes del Chile urbano, 1960-2010”. Ed.:LOM
Mario Garcés, (2014). “Tomando su sitio. El mo- vimiento de pobladores de Santiago 1957-1970”. Ed.:LOM
Mario Garcés, (2019). “Pan, trabajo, justicia y li- bertad. Las luchas de los pobladores en dictadura (1973-1990)”. Ed.:LOM.
Mario Garcés, (2020). “La Unidad Popular y la Revolución en Chile”. Ed.:LOM
Miguel Lawner, (2020). “UP, 50 años: Vivien- das dignas para hombres dignos”. En https:// www.biobiochile.cl/noticias/opinion/tu- voz/2020/09/03/up-50-anos-viviendas-dignas- para-hombres-dignos.shtml
Romina Quiroz, (2022). “Viviendas soviéticas: El tesoro habitacional escondido de Macul”. En Revista TejeR, republicado en https://infoinvi.uchilefau.cl/viviendas-sovieticas-el-tesoro-habitacional-escondido-de-macul/