ESPECIAL «El MC en Chile» Entrega 2 “A 32 años del Coordinador Muralista Metropolitano: la práctica callejera y militante resistiendo a la tiranía militar»

artículo publicado el 20/09/2021 en la Revista TejeR

por UM-T Unidades Muralistas TejeR

¿Cómo habrá sido pintar un mural callejero en plena dictadura militar, con toque de queda, con la DINA cazando militantes y dirigentes, con la CNI secuestrando, torturando, ejecutando, anulando toda posibilidad de expresión resistente a una tiranía de milicos y empresarios? Esta pregunta es el punto de partida para contar muchas historias desde sus protagonistas.

Los colores patrioteros de la Dictadura…comienzan a deslavarse.

La Dictadura Militar, que de la mano de un genocidio selectivo a las organizaciones políticas que representaban una amenaza (el MIR, el PS y el PC, en ese orden) y a las organizaciones del campo popular (estudiantiles, de trabajadores, del pueblo trabajador), había iniciado un proceso re-fundacional y contra-revolucionario, que incluía un agresivo Plan Económico (el “Ladrillazo”), el cual se había impuesto a las políticas keynesianas de algunos miembros de la Junta Militar. Este Plan tenía su correlato político a largo plazo: cambiar la relación entre el Estado y la sociedad, por lo que debían existir las condiciones económicas que pudieran asegurar ese objetivo. Esta meta incluía anular y acabar con todo vestigio de las izquierdas en la sociedad.

Afortunadamente, el MIR, leyendo las señales que daban cuenta de un desgaste y fracaso del Plan Económico, y materializando en acciones su estrategia de levantar una amplia Resistencia Popular con las fuerzas democráticas, abre los fuegos de las primeras acciones callejeras: de la mano de los Comités de Resistencia Popular (en Chile), apoya las primeras acciones militares urbanas de los Milicias, Grupos de Combate, Unidades tácticas.

El año 1979, nace la Agrupación de Plásticos Jóvenes (APJ), organización que agrupa a trabajadores del arte gráfico. En julio de ese año, a 6 años del Golpe de Estado en Chile y a 5.326 km de distancia, inauguran la valiente exposición de la triunfante Revolución Sandinista en Nicaragua. El miedo a la Dictadura se iba perdiendo, y el repliegue del campo popular daba paso a las primeras chispas en la pradera con las primeras huelgas de Panal, IRT y Colbún-Machicura, el fortalecimiento de las prácticas comunitarias en las Comunidades Cristianas de base, las organizaciones de familiares de Detenidos Desaparecidos como el Comité Pro-Paz, la AFDD y otras; en todas ellas, la propaganda callejera y especialmente los rayados de consignas, fueron fundamentales: era una manera de saltar el cerco de la censura militar, de decir basta al miedo de la bota militar y la CNI. Ante la censura y el control sobre los medios de comunicación masiva como Diarios, Revistas y la Televisión -recordemos que la Dictadura tenía su propia oficina censora como era la Dirección Nacional de Comunicaciones DINACOS- las expresiones callejeras eran el único medio de expresión. Por tanto, los soportes de muros y papelógrafos, los panfletos, fueron la voz de la denuncia y la resistencia. La “erre” en un círculo, se hizo consigna del pueblo y su Resistencia.

Todo el pueblo a la calle, todas las formas de lucha.

Entre 1983 y 1987 la organización de las y los pobladores se multiplica y fortalece en diversos planos; la protesta popular va acompañada del mural callejero. A las Brigadas de los partidos políticos y movimientos -donde destacan la Brigada Luciano Cruz (BLC) del MIR, las Unidades Muralistas Camilo Torres (UMCT) de la Izquierda Cristiana (IC), la Brigada Ramona Parra (BRP) del PC, las Brigadas Elmo Catalan (BEC) y Laura Allende (BLA) del PS- se suman las Brigadas y Talleres autónomos: las Brigadas Muralistas Populares de La Victoria (1984), las Brigadas Populares de Pudahuel (1984-85), la Brigada Muralista América Latina de la Villa Portales (1985), el Taller de Pintura Popular (TPP) de Villa Francia (1985), Murales Progresivos La Garrapata (1986), la Brigada de la agrupación de pintores y escultores de Chile (APECH). En enero de 1988, nace el Taller de Mural Popular de la Villa Robert Kennedy de Estación Central.

La unión hace la fuerza. Coordinadora Metropolitana de Talleres y Brigadas Muralistas (1989-1992).

Con la campaña previa al plebiscito del 88, el fin del exilio y cierta “apertura” de la Dictadura a las libertades públicas, se hizo evidente la multiplicación de las brigadas y grupos muralistas en Santiago. Luis Henríquez “Mico”, en ese entonces encargado artístico de las UMCT, comenta: “En los actos del No, por su carácter masivo, la gente tomó nota de nuestro trabajo. Pero nosotros como grupo junto a otras brigadas, veníamos pintando desde mucho antes, del 86 u 87. Lo que pasa es que en las Concentraciones es más fácil pintar porque no hay represión, y antes había que pintar y estar atento a la llegada de los carabineros. Por eso trabajamos principalmente en poblaciones, y entonces no había tanta difusión como ahora”. En el acto de cierre del Comando del No del 1 de octubre de 1988, que reunió a más de un millón de personas congregadas en Panamericana Sur con Carlos Valdovinos, Brigadas y Talleres formadas por pobladores, estudiantes y trabajadores del arte, cubren en tiempo récord cientos de metros de los murallones de la carretera (Bellange, 1995).

El año 1989 marca un hito en la historia del muralismo callejero. En marzo de ese año, en la Población Chacabuco de Conchalí, en la zona norte de Santiago, el Taller La Escala convoca a una primera jornada muralista por el Dia Internacional de la Mujer Trabajadora. Todo el trabajo lleno de colores populares “se fue a negro” al ser borrados con pintura negra, por orden del alcalde designado por los milicos, Fernando Álvarez.

Como nos cuenta el Beto “el pueblo sabe que siempre hay que pelearla”. Frente a la censura de los milicos se convocó para el 1 de mayo Dia del Trabajador en la misma población a la Segunda Jornada, ahora Festival de Murales, con la consigna de “pintar sobre el negro de la Dictadura”. A las BRP, BEC, UMCT, se sumaron los pobladores, los cabros chicos que gozaron la música de “los Inti” que se colaba por los pasajes de la población. Walter Miranda de La Escala confirma lo anterior: “la actividad fue todo un éxito: calculamos que iban a llegar unos ocho grupos, pero aparecieron como quince, casi nos faltaron murallas” (Revista Hoy, 1989).

El ánimo era de fiesta “Nuestra pintura mural tiene que reflejar lo que le pasa hoy a la gente. Respetamos y admiramos a los que pintaban en la época de la UP, pero ya no nos interpreta. Ya no pasa nada con esos obreros gigantescos construyendo un Chile para la UP, porque la UP es un cuento que ya pasó, que ya se fue. Pero el pueblo permanece, con otra lucha, y hay que pintar con colores en los que la gente se reconozca, en los que el poblador vea su realidad cotidiana de marginación, pero con una luminosidad distinta, simbolizando la esperanza” (Revista Hoy, 1989).

En los meses que siguieron vinieron la tercera o cuarta Jornada muralista, siendo la más recordada la de la combativa Villa Portales en Estación Central. Beto explica el contexto: “Todas las brigadas pintaron en muros negros. Y ahí estamos todos los de La Escala, los militantes del MIR, JS, JJCC, IC…el Lautaro y el Esnupi de la Pato Gallina que fue muy amigo del Rola, hoy de la compañía de teatro La Pato Gallina. Si tuviéramos que nombrar a un referente de la Coordinadora y un primer mural, sin duda fue el (Rola) Millante quien pintó en los dos murales de inicio”.

Beto confirma el relato de Mico: “Incluso de antes pintábamos, en las concentraciones. Nos conocíamos, pero no estábamos organizados. Una de las cosas que motivó el inicio a la Coordinadora era el borrado de murales, eso ponía más rebeldes a los cabros. Y lo más lindo es que nacimos en la barricada y la agitación y propaganda anti-dictadura, teníamos un fin común”.

Los nuevos tiempos…la inevitable cooptación.

En junio de 1989, la tiranía vivía sus últimos meses. El triunfo seguro de Aylwin se sostenía solamente con un pacto inter-burgués que viabilizara la transición desde Pinochet a una democracia protegida por los partidos de derechas y de la Concertación, con garantías de impunidad a milicos y pacos, y un modelo que no se toca. Esta mancha de “los nuevos tiempos” ensució los colores que debían pintar el futuro. El escenario era otro, y las relaciones al interior de la Coordinadora se tensionan, entre aquellos que presionaban para que “todos los esfuerzos debieran enfocarse en pintar para la campaña electoral de la Concertación”, y aquellos que no se compraron el cuento de la alegría ya viene. Se produce un giro ideológico, “ahora se debía pintar por el nuevo Chile”. En conjunto con otras organizaciones, la Coordinadora proyecta la primera “Gira Poblacional de Muralistas: el color salió de gira por los Derechos Humanos”. En la presentación de la gira se declara «En la etapa que se avecina, una de las grandes tareas en el afianzamiento de la democracia, será lograr un pueblo consciente y con capacidad de autoexpresión» (Belange,1995).

La etapa final de esta gira muralista no puede concretarse como había sido planificada.  El nuevo gobierno limita las autorizaciones a las actividades públicas. Sin embargo, en 1990 el recién asumido el alcalde de Santiago llega a un acuerdo con la Coordinadora y aprueba el proyecto de una gira con la temática de “derechos humanos en la Ecología”. La etapa final de éste proyecto «Pintando los Tajamares del Mapocho» se traslada a diversos puntos de la ciudad. Uno de ellos son los muros de la carretera Norte-Sur.

En la vida, nada es gratis. En política, menos. Los muralistas de la jornada relatan: “El hecho que el arte de las poblaciones hoy esté en el centro de Santiago es super importante. Teníamos que pintar con nuestros rostros cubiertos, debíamos tener un sapo en la esquina. Creemos que lo que estamos haciendo hoy, es un salto enorme. Es nuevo, es distinto…estamos trabajando con un apoyo institucional, tenemos andamios incluso el resguardo de carabineros. Es otra etapa. Entonces, son otras las exigencias. Valoramos enormemente el trabajo en conjunto con la municipalidad” (ECO,1990).

En contraposición, El registro de la jornada nos deja una interesante reflexión de Mauricio Muñoz de las UMCT: “también hay un problema, el mural si se mete en el centro de la ciudad se vuelve elitista, pues se deja la población, donde siempre pintamos y combatimos contra la dictadura, donde fue valorizado por los pobres de Chile. El mural puede ser muy legal si se mete en el Sistema” (ECO,1990).

Referencias.

Revista Hoy. Todos los colores contra el gris. Santiago, Chile. 1989.

ECO educación y comunicaciones. Estallido en el muro. Cortometraje documental / 20 minutos. Dirigida por Gonzalo Duque. Santiago, Chile. 1990.

Bellange, Ebe. El mural como reflejo de la realidad social en Chile. LOM Ediciones. 1ª Edicion. ISBN :956-7369-35-6. Santiago, Chile. 1995.

UM-T. Entrevista a Alberto Pasten. Inédita, Santiago, Chile. 2021.